Quiero decir, con mucho orgullo pero sin mayor auto
promoción y con la discreción con la siempre suelo hacer todo, que participo
desde hace varios años del proyecto Salud en Cuerpos Distintos. Del mismo
habría que aclarar, ante todo, que ni es ni se pretende "alternativo"
respecto de ningún otro proyecto: En primer lugar, porque existe desde el año
2008 - no se ha montado en paralelo ni en posterior a nadie - y ha tenido
resultados modestos pero importantes, como por ejemplo, el de facilitar acceso
a información y un equipo de médic@s privad@s (frente a la ausencia estatal)
que ha apoyado los procesos de autogestión de la intervención corporal de
muchas personas trans en Quito. En segundo lugar, porque pienso que en materia
de salud transicional pocas pueden ser las diferencias entre una, dos, o diez
demandas ciudadanas aunque muchas sean las diferencias políticas: supongo que
todas las organizaciones trans e intersex quieren que el sistema de salud
ofrezca un tratamiento con calidad y calidez, como prescribe la ley, respetuosa
del derecho a la identidad, como manda la Constitución, y con unos servicios
sanitarios específicos que permitan que las intervenciones hormonales y
quirúrgicas que emprenden las personas trans e intersex se realicen libres de
riesgo, y en condiciones profesionales.
La crítica que leo por parte de un sector del activismo y
que dejo al pie de esta nota, es muy interesante porque plantea un viejo e
importantísimo debate en todo activismo: IGUALDAD versus DIFERENCIA. ¿Dónde
queremos ser iguales y dónde diferentes? ¿Cuándo queremos ser iguales y cuándo
diferentes? ¿Qué diseños institucionales queremos que garanticen la igualdad y
qué otros sirven para afirmar nuestra especificidad en una sociedad (por hablar
de Ecuador) que borra a la persona y al cuerpo de quien no es macho, varón,
masculino, heterosexual, blanco-mestizo, urbano, vidente, oyente, sano, etc.?
Las respuestas siempre son políticas y, debatidas con altura, son apasionantes:
recogen posturas ideológicas, pero también presentan el estado de la lucha
social en determinado momento histórico. El asimilacionismo gay, el feminismo
de la diferencia, las políticas del reconocimiento étnico, entre muchos otros
procesos y movimientos, afirman unos y a veces igualdad, otros y a veces,
diferencia: "el mismo amor con los mismos nombres", "mujeres
libres por derecho propio", "black is beautiful", son frases que
remiten a momentos históricos. Cuando las primeras naciones canadienses
quisieron que su "nación" constara en la cédula de identidad de su
país, eso fue un momento. Cuando consideramos discriminantes y borramos el
"color de tez" o las "señas particulares" de la cédula
ecuatoriana que asentaban datos como "trigueño" o "manco",
eso fue otro momento. Cuando la reforma de 2015 concedió a los pueblos y
nacionalidades del Ecuador la posibilidad de señalar su
"nacionalidad" (kichwa, etc.) y a las personas trans la posibilidad
de señalar su "género", eso fue otro momento. Cuando queramos abolir
sexo y género, y que ninguno de estos datos conste en la cédula, estaremos aún
en otro momento. Y cuando queramos abolir el matrimonio y eliminar el monopolio
de esa forma de familia sobre las otras, estaremos en un momento en que, si
llego a verlo, probablemente saltaré en chulla pata. Antes de eso, estoy
segura, veremos sustituido el "matrimonio entre hombre y mujer" por
el "matrimonio entre personas" o matrimonio igualitario: ese momento
se cae de maduro, por cierto.
¿Cómo se les ocurrió titular al proyecto "Salud en
Cuerpos Distintos"? Buena pregunta y muy válida. Aquí la respuesta: Son dos
las razones. La primera es que es un proyecto que nació de las reflexiones del Proyecto
Transgénero - Cuerpos Distintos, Derechos Iguales. Es una estrategia política
la de usar un slogan que ya está posicionado. Para el PT, "cuerpos
distintos" equivale a cuerpos no -hegemónicos: cuerpos por fuera de la
norma sexo-género. Nunca pensamos en caballos, robots marcianos o piedras,
francamente. Pero es un toque cyborg que está interesante. La segunda razón es
que Salud en Cuerpos Distintos es un proyecto que se detiene en las necesidades
específicas o las realidades diferentes de los cuerpos trans e intersex
respecto del cuerpo del paciente macho-varón y la paciente
mujer-útero-madre-parturienta en quien piensa el sistema de salud al diseñar
sus políticas. Cuerpos distintos, de carne, hueso y silicón. Cirugías que no
son "necesarias" desde el punto de vista estrictamente médico pero
que son vitales para quienes emprenden un proceso de transición que las
reclama, como diría Coli FErnández "a costa de lo que sea".
Necesidades específicas de personas que se auto operan y se auto hormonan en
ausencia de un Estado que facilite los medios para esa gestión soberana de sus
cuerpos. Como cuando abortamos solas: de esas soledades y ausencias, del precio
de la autonomía saben mucho las mujeres, y saben mucho las personas trans:
cuerpos femeninos, feminizados, masculinos contra-hegemónicos... en un slogan:
cuerpos distintos.
A mí las críticas a un proyecto que se detiene en la
diferencia me parecen muy valiosas. Lo que no me cuadra es lo siguiente: No
entiendo que las críticas vengan de un sector del activismo trans que afirmó la
conveniencia de una CEDULA DISTINTA, especial y particular respecto del resto
de la ciudadanía, mientras la mayor parte del movimiento trans luchaba por una
misma cédula con género, y no sexo, para todas las personas. No me cuadra que
las críticas al proyecto Salud en Cuerpos Distintos provengan de un activismo
que grita a los cuatro vientos que las trans femeninas no son mujeres y los
trans masculinos no son hombres (yo creo que hay trans femeninas que se asumen
mujeres y otras que no; hay trans masculinos que se asumen hombres trans y
otros que no). ¿Ese activismo que aplaudió que le pusieran un procedimiento
especial con testigos, y que aplaudió que el estado les nombre "hombres
femeninos" y "mujeres masculinas" se ofende con "salud en
cuerpos distintos"?
Yo creo que las personas trans no necesitan cédulas
distintas a las personas cis, pero sí una atención distinta en hormonas,
cirugías y procedimientos. Pero el debate de altura (uno que descarte
descalificativos como "ínfulas catedráticas", "guerra en redes
sociales" o insultos transfóbicos como los que repartía a diestra y
siniestra la recordada "Lola LGBTI"), será siempre bienvenido.
Eli Vásquez, 10 de agosto de 2017
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